martes, 3 de abril de 2018

CURSILERIAS

La vida es una ecuación matemática imposible de balancear. Ni con la calculadora más especializada, el manual más enfocado, ni todas las manzanitas del mundo uno llega a entender del todo exactamente de qué se trata la aventura. Cada cierto tiempo uno siente que se encuentra más cerca al resultado de una de sus partes. Pero la vida, impredecible como siempre, encuentra la forma de mandarnos directamente de vuelta al pupitre del primer grado. Sin embargo, como cuando al profesor se le escapa una de las respuestas en alguna explicación, la vida a veces nos lanza un número para X.

Pero no eres una X, no eres una Y. Le has dado sentido a un pedazo de mí que no podía ser explicado aplicando únicamente la lógica. Siempre he sido de los que se sienta a analizar todo con mucho cálculo. Veo todas las posibilidades, con la mayor de las frialdades, y analizo cuáles son las posibles bifurcaciones del manejar de mis días. Pero hoy tengo el parabrisas algo empañado por el calor de tu compañía, por la presencia de tu amor; por ti. Sigo manejando, aún puedo controlar por dónde llevo el auto; pero contigo al lado ahora tengo un motivo para mirar hacia adentro del vehículo.

Llegaste sin el menor de los planes. Te subiste sin que me diese cuenta y te ajustaste el cinturón como con un candado que fue fabricado sin llave para volver a abrir. Con la mirada me derretiste la frialdad de los cálculos y pusiste en peligro la seguridad de mi lógica. Fue tal tu impacto que a veces no tengo claro cómo todo esto va a seguir funcionando, pero no me importa, porque sé que más difícil sería que se acabe. Tienes en la sonrisa la explicación de la mía y eso me basta para seguir con el pié en el pedal y la mano en el volante. La otra, cada que puedo, está siempre contigo.

Me enamoré de tu personalidad al primer saludo. Mientras venías caminando por esa calle obscura en la que te busqué por primera vez, mi cabeza solo tenía una pregunta rondando: ¿Cómo tuve tanta suerte? Y es que aún no te tenía ni a 5 metros de distancia, pero mi alma ya había ido en busca de la tuya y, a lo lejos, pude sentir que no iba a querer regresar por mí. Es curioso cómo resultan a veces las cosas, pero son estas sorpresas las que hacen que uno, por momentos, sienta que la vida nos va soltando algunas respuestas para que podamos avanzar.

Soy relativamente nuevo en esto de tener copiloto en el auto. Estoy acostumbrado a mirar hacia afuera y controlar mis distancias, siempre teniendo en cuenta las variables del tránsito y las leyes que lo debieran comandar. Pero contigo adentro la música ha cambiado de tono, el aire de temperatura, mis ojos de brillo y la existencia de color. Eres milagrosamente especial en cualquier sentido que pueda existir. Le faltan palabras al castellano para postrar sobre estas líneas el alcance que tiene tu amor en mí. Y es que, a pesar de que aún sé que debo seguir buscando las variables que resuelvan esta operación; tu sola aparición ha hecho que, por momentos, me olvide de los números que guían el destino y me centre en quizá algo más vital. Después de todo, tal vez nunca resuelva la ecuación, pero si jalo el examen y puedo repetir el curso contigo; lo repetiría por siempre. Te loveo.