domingo, 25 de noviembre de 2012

FOTÓGRAFOS

No soy, para nada, una enciclopedia tecnológica ni artística del tema fotográfico. Aprendí lo poco que sé del arte de jugar con la luz en un par de cursos de la universidad, algunos tutoriales de internet y simplemente disparando. Hoy sé que mi trabajo en el tema es mejor que el de antes, pero sigo lejos de ser lo suficientemente bueno como para sentirme cómodo usando la palabra “fotógrafo”, al referirme a mí mismo.

Antes, para incursionar en el tema, era necesario que el sujeto aprenda a lograr una exposición correcta a través de un artefacto que, aunque muchos no lo crean, no tenía la opción de pantalla de pre visualización. El fotógrafo tenía que calcular la distancia con el objeto que quería retratar, adivinar el valor numérico del foco, encontrar un balance entre velocidad de obturación y diafragma y olvidarse del ISO; ya que el rollo no tenía la opción de cambiar la sensibilidad (a menos que tengas distintos rollos). Todos los que se sienten artistas tomando fotos con su celular están ahora  tratando de adivinar qué significa lo que acabo de escribir; algunos incluso se andan rascando las cabezas:“No entiendo lo que escribe este tipo; pero se olvidó de decir que, si la foto la pasa a blanco y negro, se ve más artística”.

Hoy es demasiado común encontrarse con gente que se dice “apasionada por la fotografía”. Todos se sienten artistas porque tienen, en su haber, una foto tomada a algún sunset en alguna playa. Peor aún, instalan Instagram en su celular y son los Da Vincis de la imagen digital. Aman la fotografía, se apasionan por el tema, dicen que les encantaría dedicarse al asunto; pero no tienen el mayor interés en sabér cómo funciona el manejo de la luz. Es como decir que están enamorados del fútbol, pero se la pasan jugando futbolín de mano. No odio Instagram, mi malhumor viene por el lado de los “Instagrameros”.

Lo más descarado es la gente que se compra una cámara profesional, diciendo que van a aprender, pero la dejan tanto tiempo en “automático” que la ruedita de opciones se llega a fosilizar. Lo que pasa es que es “cool” tener una cámara grande y andar por ahí como turista chino, disparándole a las flores y los paisajes. ¡Cómo odio las fotos de los paisajes!

Yo sé que cada uno puede hacer lo que quiera con su plata y su vida, no es eso lo que critico. Compren sus cámaras, flashes, trípodes; salgan a captar imágenes de lo que se les venga en gana. Pero, por el amor al dios en el que crean, olvídense del “automático” y usen el manual; por lo menos para que su “pasión por la foto” tenga algún sustento de conocimiento ¿Cómo alguien puede llamarse apasionado de un tema sobre el cual no sabe nada? Peor aún, no tiene ni la más mínima intensión en aprender al respecto. “Hola, soy X, adoro tomar fotos… ¿profundidad de campo? ¿qué es eso?”.

Insisto, soy un ignorante en cuanto al mundo de conocimiento que tienen muchos fotógrafos dentro de la atmósfera de sus cerebros, y es precisamente por esto que tengo una tolerancia muy alérgica hacia aquellos que se dicen “apasionados”. No tengo problema con que tomen fotos y se diviertan haciéndolo. Hagan mil y un retratos a sus perros, tómense fotos desde los espejos de los baños, acerquen la cámara lo más que puedan a las flores; pásenla bien. Lo que sí, no me vengan a decir que son “amantes de la fotografía” cuando lo más trabajoso que han hecho es escoger la opción de sepia en el Instagram.

(A todo esto, les adjunto la canción del Instagram)
http://www.youtube.com/watch?v=mjHb5KfhQJ0