jueves, 19 de noviembre de 2015

AGRADECIMIENTOS

No soy tan popular como algunos creerían ni tan desconocido como a veces llego a creer. Desde que mi cuenta de Twitter pasó de ser la de un comunicador recién egresado a un personaje mediáticamente reconocible, mi vida sin duda mutó. Mis menos de cien seguidores se reprodujeron como conejos y, poco a poco, la cifra que mantuve escueta durante años se volvió bastante interesante.

Pero el crecimiento de mis seguidores ha sido parte de una historia bastante accidentada. Si en algún momento tuve casi 7 u 8 clubs de grupos de fans, hoy el número es sin dudas menor. Quizá mi honestidad sea la responsable, tal vez mi mal marketing emocional (resultado directo de mi forma de ser) no haya sido del agrado de muchos, no sé. Lo que sí me queda claro, cada vez más, es que me voy quedando con los que realmente empatan conmigo, y eso me parece muy interesante.

No soy de los que miente, de los que intenta hacer creer a 200 mil personas que los puedo amar a todos. Por eso no hay tuits míos diciendo que son la razón de mi vida, que sin ustedes no saldría adelante, que de verdad los puedo llevar a todos dentro del corazón. Si eventualmente lanzase una empalagosa frase, adornada de sentimentalismo, buscando afianzar a los que por ahí se dan el tiempo de leerme, mis seguidores serían aún más. Yo, sin embargo, prefiero ser honesto con ustedes, siendo también honesto conmigo mismo.

El asunto es que, últimamente, vengo siendo ampliamente apoyado por las redes sociales. Diariamente, y sin que yo lo pida (porque seamos honestos, todos sabemos que algunos lo hacen), mi nombre viene apareciendo en las listas de tendencias. Esto básicamente me dice dos cosas; que de alguna manera ando haciendo algo bien, y que tengo un grupo determinado de personas que se identifican con mis ideas y acciones. Es lo segundo lo más importante, ya que quizá pueda ser interesante tener millones de fans, pero es mejor cuando estos, a pesar de ser mucho menos en cantidad, son más cercanos.

No soy ejemplo de nadie. Tengo varios problemas reales, muchos imaginarios, me equivoco constantemente y jamás me pintaría como modelo a seguir. Aun así, quizá viendo en mis defectos también los suyos, hay personas que se identifican con mis rollos existenciales y encuentran en mi sarcasmo un espacio común. Estas personas, quizá impulsadas por las ganas de ver un pedazo de ellos mismos en la televisión, me vienen apoyando diariamente para hacerme de un espacio en ese rectángulo que entretiene.

Es por esto que hoy me dirijo a ustedes, a quienes usualmente no les digo mucho. Quiero que sepan que, puedo no saber quiénes son ni realmente qué hace que me sigan como lo hacen, pero que vivo pendiente de lo que por mí logran. Sé que están ahí, a veces disfrazados detrás de un ícono que no necesariamente los plasma, pero sí los representa. Entiendo que tienen necesidades, que tienen problemas y que sus vidas son un mundo extra al virtual. Me enorgullezco al ver que puedo afectar a tantas personas, siento muchas cosas cuando leo lo que me ponen, me sorprendo.

Es quizá por este último motivo que les dedico este post; porque sorprenderme no es fácil, porque la vida me mostró tanto que, cuando me muestra algo nuevo, tengo que detenerme a admirar. Porque cuando los leo, siento su incondicionalidad, me abruma su cariño y, sin pecar de exagerado, siento tanto agradecimiento que, mayormente, me quedo corto con mis respuestas. Quiero que sepan que no les diré que los amo (porque me es imposible conocerlos a todos), pero que sé que están ahí, que me quieren, que me siguen y que, a pesar de la distancia virtual, en muchos aspectos, somos tan parecidos que seguiremos juntos por mucho tiempo más.


¡Gracias por todo!