Llego al canal y encuentro, como todos los días, gente haciendo cola para poder entrar al programa. Vengo de hacer cosas, entro para hacer otras y a la salida también me dirigiré a seguir con mi jornada. Sin embargo, nunca faltan las personas que te tratan de interceptar, bloqueando como sea tu paso, demandándote una firma o una foto. Lamentablemente, eso no es siempre posible. No porque no quiera, o porque me dé algún tipo de reparo escribir mi nombre sobre un papel. El problema es que los horarios de entrada son marcados y son muchas las veces que simplemente tenemos que volar.
Hasta ahí, cualquier persona civilizada podría asumir: “Está
con la hora”; pero no es así. Incluso a la salida, cuando digo: “Tengo que
volar a otro sitio”, aparece siempre la vocecita infaltable de alguna persona
reclamona que dispara su queja frustrada disfrazada de insulto: “¡QUÉ FALTA DE
HUMILDAD!”. Según la Real Academia de la Lengua; ser humilde implica conocer tus limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a ellas, procurando no excederlas. Yo quisiera preguntar a los que leen estos párrafos; ¿les parece
falta de humildad tener obligaciones y acudir a ellas? Muchas personas alegan “es
sólo una foto”. Y es que si fuese sólo una foto, en un momento en el que el
tiempo me da la contra, no tengo problema en hacerla. Pero sí considero injusto
hacer una foto con una persona y dejar a los demás abandonados en sus ganas. No
es una, nunca es una y no es justo cumplir con algunos y dejar a otros a la deriva.
Pero claro, resulta que no eres humilde si no cumples el
deseo de una persona, sin importar si estas yendo a la clínica a chequearte la
rodilla, al velorio de un familiar cercano, a una reunión de trabajo, etc. Simplemente,
si no firmas o no posas, eres un mal tipo. He ahí donde la sangre me comienza a
hervir. Recuerdo haber salido cojo del canal, haberme cruzado con la gente,
haberles dicho que iba a la clínica, que no puedo firmar ni hacer fotos, y
haber oído a una señora decir: “¿¡Que se cree este!?”.
Pero el tema no queda en las puertas de la estación
televisiva, nada que ver. Siempre que vamos a una gira, a la que llegamos en
una movilidad, hay gente esperando en la puerta de la entrada vehicular. Hago
una pausa para recordar al lector que, en ese preciso momento, ya están todos
los espectadores del show dentro del lugar de la presentación, aguardando el
comienzo. Sin embargo, en la puerta, estas personitas planean interceptar la
movilidad, bajar a los participantes y lograr su tan ansiada foto o firma. Es,
si lo ponen sobre la mesa, ilógico. ¿Se imaginan cuánto demoraría en comenzar
el espectáculo si se cumpliese con el deseo de la gente que espera en la puerta?
Ahí también he oído millones de veces la palabra “humildad”. Y es que parece
que no cumplir un capricho representa una falta de humildad. Porque no me van a
negar que querer bajar a 10 personas de un bus, cuando están en camino a
cumplir con una obligación, no es capricho.
Incluso durante el mismo show, para no ir tan lejos, no
faltan los que se pegan al escenario y demandan una firma. Vamos, seamos
lógicos otra vez, es un show. Si fuese una firma de autógrafos, entonces nos
sentamos todos y comenzamos a escribir sobre papeles y fotos. Pero el show es
para bailar, saltar, cantar, reír y divertirse. Imagínense esta situación:
Todos los combatientes sobre el escenario, con la música de fondo, pero no
haciendo más que firmar papeles de los que se encuentran en la primera fila.
¿Cómo creen que se sentirían los que están en las últimas filas? ¿No sería
acaso una estafa para ellos, que pagaron para ver una presentación y tienen
tanto derecho como los demás a pasar un buen rato?
Yo me tomo fotos, firmo papeles, cumplo siempre que me es
posible. Es más, creo ser tremendamente paciente sobre este tema, pero
lamentablemente no siempre van a quedar todos contentos. Algún día (es verdad,
muy seguido) tengo que salir corriendo para llegar a tiempo a otro sitio, y eso
no me hace menos humilde. Me afecta escuchar esa palabra, le he agarrado tirria
a las 3 sílabas que la conforman; una especie de odio especial.