La voz de Tilsa y el soporte ideológico (si es que hay algo
de eso ahí) de Las Vengadoras dice mucho más que “soy soltera y hago lo que
quiero”. El tema refleja un curioso momento en el que el despecho cobró
protagonismo y salió del clóset. Mientras que antes, hasta donde recuerdo haber
oído, ser despechado significaba estar dolido y actuar de forma infantil y
engreída; hoy, por el contrario, es digno de alarde e imitación.
Es curioso ver a todas las mujeres de un espacio nocturno soltar sus cabellos y desenfrenarse ante
la canción de una sola estrofa. Saltan, se mueven como electrocutadas, gritan y
entran en complicidad durante los minutos en que se repiten las mismas palabras.
Son tan evidentes las ganas de hacer sentir que la soltería es mejor, que dejan
entrever claramente que extrañan el noviazgo. Y es que el despecho no es más
que el reflejo al fin de una relación que fue terminada desde el otro lado.
Antes decían: “Si terminaron contigo, ponte más linda”. Hoy
sería algo así como: “Si terminaron contigo, vuélvete loca”. Mientras más
escándalo hagas al pie de la letra, más estarás triunfando como reciente
miembro del Club de los Desparejados. Es
un club en el que la mitad está enlistado en contra de su voluntad, pero que
goza (o por lo menos quiere hacer notar que lo hace) regocijándose del título
que tienen.
El despecho ya no es un defecto, todo lo contrario, es parte
del camino común del fin de una pareja. Ya no es posible terminar en buenos términos
y avanzar callados. Hoy, la finalización del contrato amoroso siempre deja a
uno de los dos, casi por cláusula legal, dolido al punto de querer declarar al
mundo que no lo está. Es decir, agazapa sus verdaderos sentimientos y sale a
todas luces a gritar con la boca lo que el corazón no siente, rezando que el
ruido retorne de chanfle y se vuelva realidad.
Si a mí me preguntan, creo que lo mejor es aceptar, distraer
y seguir. De nada sirve hacer que todos se enteren que estás bien por fuera si
por dentro el corazón implosiona y la verdad se come, de a poquitos, cada pedazo
de salud mental que te va quedando. Aceptar el nuevo rumbo es abrirle la puerta
a las infinitas posibilidades que la vida te tiene guardadas. La distracción
implica dedicarte a las actividades que, por cuestiones de tiempo, tuviste
relegadas al último minuto de tus días. Y seguir, pues seguir implica simplemente poner el siguiente pie adelante,
y viceversa.
No te critico si bailas al son de las vengadoras, si quieres
demostrar todo sin mostrar nada, si lloras cuando se te va el alcohol y entra
la resaca. Este blog no es de auto ayuda, no soluciona nunca nada; lo que hace
es simplemente recoger lo que se me ocurre y transmitirlo, como para ver si
ustedes y yo pensamos parecido. No soy viejo, pero he aprendido con los (d)años
que uno se conoce más a sí mismo cuando menos contacto tiene con otras
personas. Quizá la soltería no sea una maldición, quizá sea una oportunidad de
introspección, quizá sirva para dedicarse a uno, no sé, quizá.
Así que bájale el volumen al radio y súbele las ganas a tu
vida. Aprovecha tus espacios recuperados para llenarlos, tú mismo, con
actividades propias y sueños truncados. No busques gastar tu tiempo armando una
campaña de marketing de una situación por la que no estás pasando. Sécate las
lágrimas del “after party” y recoge tu vida de a pocos, levanta tus ilusiones
del suelo y realmente haz lo que siempre has querido hacer. Quizá ahí, cuando
estés comenzando a reemprender tus sueños, cuando tomes las riendas de todos
los ámbitos de tu vida y tu fractura sentimental quede atrás, podrás realmente
decir que estás soltera y haciendo lo que más quieres.